En Bulletstorm seremos Grayson Hunt, un miembro de la Confederación de Planetas convertido en un auténtico fuera de la ley tras sus problemas con el general Sarrano. ¿El problema? En su momento nuestro protagonista se reveló contra la crueldad de su superior tras averiguar que la ejecución de inocentes es una constante entre sus órdenes.
A partir de entonces viviremos un aparatoso accidente en el planeta Stygia en una maniobra suicida de nuestro protagonista, una operación que es una verdadera locura y que responde únicamente al deseo de venganza de Hunt. A partir de entonces comenzará propiamente nuestra aventura, en una epopeya que nos obligará a acabar con Sarrano y, al mismo tiempo, salvar a los pobladores de este mundo perdido.
Acompañándonos tendremos a Ishi Sato, un personaje no jugable que aportará el alivio narrativo/cómico de la aventura. Como carácter es sensiblemente más interesante de lo que puede resultarlo el plano y excesivamente convencional Hunt, y es que su corte cyborg y su personalidad conflictiva, por momentos divertida pero siempre impredecible, lo hacen uno de los grandes atractivos a nivel argumental de la campaña individual.

Y es que este modo historia es, en sí mismo y a nivel de historia y contenidos, probablemente la parte más floja de Bulletstorm. Si bien el estilo jugable del videojuego de People Can Fly es, con diferencia, el principal atractivo del videojuego; lo cierto es que el Modo Historia, por la escasa calidad de su narrativa y por su baja duración acaba siendo un lastre algo difícil de pasar por alto. Especialmente llamativo resulta el hecho de que pasemos toda la campaña acompañados por un soldado de ruda IA, el mencionado Ishi, y que no se haya decidido incorporar un modo cooperativo.
El título que nos ocupa pretende ser descerebrado y estúpido, y lo cierto es que lo consigue a la perfección. Este es, ciertamente, el gran punto a favor con el que cuenta el videojuego en este sentido, y es que su homenaje a la acción absurda de la década de los 90 redime la falta de ambición que demuestran sus responsables a la hora de aprovechar un contexto y unos personajes con tantos dilemas y posibilidades a sus espaldas. Mención especial, por lo negativo, para un final innecesariamente inconcluso; una forma de cerrar la aventura bastante decepcionante.
Lo verdaderamente positivo de la campaña es su ritmo vertiginoso y la fuerte presencia de momentos espectaculares, pensados exclusivamente para sorprender al jugador y dotar al conjunto de la experiencia off-line de un punto de variedad que quizá sus tiroteos no acaban de lograr.
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